Son tiempos fascinantes para cambiar esposas o maridos que no sirven o están en mal estado; que les pregunten a los que viven en el pueblo sin nombre que acaban “inesperadamente” de cambiar sus esposas, sin embargo, lo que debería considerarse delito no lo es porque ¿qué persona cuerda no cambiaría a su pareja por una de oro que brilla como nueva? A pero eso sí, cuando esa pareja que compraron nueva, que le brillaba hasta el apellido y que tenía cabellos dorados como el sol empieza a “mogosearse” como comúnmente lo llamamos ahi si todos hacen huelga y se van a perseguir al vendedor ambulante que les vendió gato por liebre; ahí si hablamos de un código penal sobre estafa y que esta también tiene algo de robo, por que segun las parejas estafadas los robaron con las nuevas esposas. pero en este delito a diferencia de lo que ocurre en los otros delitos con contra la propiedad, el delincuente no recurrió a la violencia sobre los bienes, ni a la amenaza ni al constreñimiento contra las personas; sino que fue algo de mutuo acuerdo, algo legal. El dilema aquí es si la conducta delictiva en el delito de estafa por parte del vendedor ambulante pesa más que la conducta delictiva en el delito de engaño que estas personas cometieron contra sus parejas pues las cambiaron por otras. Para la honorable corte de parejas estafadas la respuesta está demasiado clara, la culpa es del vendedor ambulante que los engaño. Pero para mi, esta movilización de estafados es simple y llanamente bazofia, porque si cambio a mi pareja por algo que creía mejor, para que busco al vendedor ambulante y le reclamó hasta que la recupere. más bien, pulo, limpió y pintó nuevamente mi pareja defectuosa y la vendo o se la cambio a otro, eso si, que sea de otra isla para que no le de por reclamarme; es eso, o ponerle un aviso que diga “Se la cambio por otra que este “normal” pero no se aceptan devoluciones ni reclamos”; porque eso sí, si voy a estafar a alguien hay que ser bien inteligente, como el vendedor ambulante por ejemplo, que desde que empezó todo el alboroto y los reclamos no aparece por ningun lado. Por último, para los afectados no basta con que como consecuencia del engaño se produzca el daño sino que además se requiere que el delincuente obtenga un castigo ejemplar. Por ejemplo, que toda su mercancía sea renovada para que pueda responder a los afectados con un cambio mucho más honorable que el primero; porque aunque quieran de regreso a sus esposa, en últimas lo que deslumbra es lo nuevo.
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